Salmo de la semana I de cuaresma.
Para comprender el salmo
Este salmo se refiere al fiel que confía en el Señor. Pone en voz del orante la fe en el Dios de misericordia que le salva de la tentación.
Es un salmo de esperanza para el que “habita al amparo del Altísimo”. Promete el auxilio divino a quien confía en Dios. Habla sobre el cumplimiento de las promesas del Padre.
En la Liturgia de las horas, este salmo se reza todos los domingos en las II Completas.
Este es el salmo con el que el tentador tentó a Jesús en el desierto.
Salmo 90
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».
No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre;
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré»
Para hacer oración con el salmo
De los sermones de San Agustín
El que imita a Cristo de modo que llega a tolerar todas las molestias de este mundo, y que, poniendo en él la esperanza, ni los halagos le cautivan, ni el temor le doblega, éste es el que habita bajo el amparo del altísimo, y el que mora protegido por el Dios del cielo, como habéis oído y cantado en el salmo; pues con estas palabras comienza el salmo. Y en cuanto a las palabras con las que el tentador tentó al Señor, las reconoceréis cuando lleguemos a ellas, pues son bien conocidas. Dirá al Señor: Tú eres mi protector y mi refugio, Dios mío. ¿Quién dice esto al Señor? El que habita al amparo del Altísimo. ¿Y quién es el que habita al amparo del Altísimo? El que no habita bajo su propio amparo. ¿Quién es el que habita al amparo del Altísimo? El que no es soberbio, como aquellos que comieron para ser como dioses, y perdieron lo que tenían cuando fueron creados como hombres inmortales. Quisieron ampararse bajo sus propios recursos, y no bajo el amparo del Altísimo; escucharon la invitación de la serpiente, despreciando el mandato de Dios; y se encontraron con lo que Dios les había amenazado, no con lo que les había prometido el tentador.
Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. Dice esto para que tú no busques refugio en ti mismo, no vayas a creer que puedes protegerte a ti mismo. Él te protegerá para librarte; él te librará de la trampa de los cazadores, y de la palabra dura. Te cubrirá con sus plumas. Esto puede entenderse como la espalda o como el pecho. La espalda está cerca de la cabeza. Pero dado que dice: bajo sus alas te refugiarás, está claro que protegiéndote con las alas extendidas, tú estarás en medio y ellas a un lado y al otro, sin temor de que alguien te cause daño alguno. Procura no alejarte de allí, adonde ningún enemigo osará acercarse.
Me invocó y lo escucharé; con él estoy en la tribulación. No temas ser atribulado, como si Dios no estuviese contigo. Ten fe y Dios estará contigo en la tribulación. Se trata de las olas del mar, que hacen turbar a tu navecilla, porque Cristo duerme. Cristo dormía en la nave; los hombres estaban a punto de perecer. Si tu fe se halla dormida en tu corazón, entonces parece que Cristo está dormido en tu nave, puesto que Cristo habita en ti por la fe. Cuando comiences a ser perturbado, despierta tu fe, despierta a Cristo que duerme, y conocerás que no te abandona. Tú crees que te abandona, porque no te libra cuando tú quieres. Él libró a los tres jóvenes del fuego. El que libró a los tres jóvenes del fuego, ¿abandonó a los Macabeos? No, de ninguna manera. Libró a unos y a otros; a los primeros corporalmente, para confundir a los infieles; y a los segundos espiritualmente, para que lo imitasen los fieles. Estoy con él en la tribulación; lo libraré y lo glorificaré.
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