Para hacer oración con los salmos de cuaresma

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Miércoles de ceniza. Salmo 50


Para comprender el salmo

  1. Es un salmo penitencial: de arrepentimiento y de esperanza por la Misericordia de Dios. Por eso a este salmo se le llama “Miserere”, porque es un salmo de misericordia y perdón de Dios.
  2. Este salmo es una oración que compone el rey David para pedir Misericordia a Dios. Y lo hace porque se ha acostado con Betsabé, la mujer de Urías, al que luego manda a la primera fila de batalla para que lo maten.
  3. Lo compone para pedir misericordia por el adulterio y el asesinato que comete.

El salmo
1. 1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

2 Cuando el profeta Natán le visitó después que aquél se había
unido a Betsabé.

3 Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,

4 lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.

5 Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;

6 contra ti, contra ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.
Por que aparezca tu justicia cuando hablas
y tu victoria cuando juzgas.

7 Mira que en culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.

8 Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la subiduría.

9 Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
exulten los huesos que machacaste tú.

11 Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.

12 Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu firme dentro de mí renueva;

13 no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.

14 Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;

15 enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a ti.

16 Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;

17 abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.

18 Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.

19 El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo
desprecias.

20 ¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!

21 Entonces te agradarán los sacrificios justos,
- holocausto y oblación entera -
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.

Para hacer oración con el salmo

De los sermones de San Agustin: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado. (Sermón 19, 2-3; CCL 41, 252-254).


1. Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así como nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón (...).

2. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado; tú no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que quebrantar antes el impuro.

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